El vaginismo es un condicionamiento que produce la contracción involuntaria de los músculos del suelo pélvico que rodean la vagina, provocando el cierre parcial o total de la misma, lo que origina dolor e imposibilidad a la hora de intentar una penetración. Existe un miedo intenso a la penetración que tiene como consecuencia una evitación a cualquier intento de la misma. Es algo que queda completamente fuera del control de la mujer.
Causas psicológicas. Algunas mujeres con vaginismo experimentan un sentimiento de culpabilidad en sus relaciones sexuales debido a que han recibido una educación demasiado puritana y rígida. Este problema también puede tener su origen en traumas infantiles, como el haber sufrido abusos sexuales, que han dejado secuelas psíquicas, así como en experiencias sexuales incómodas o insatisfactorias que han generado una sensación de frustración. Además, muchos de los temores que experimentan las mujeres, como el miedo a quedarse embarazada, se somatizan en el área genital, provocando una rigidez de los músculos vaginales, una actitud defensiva que dificulta o imposibilita la penetración.
El principal problema del vaginismo es que muchas mujeres tardan demasiado en pedir ayuda, por lo que se instauran asociaciones negativas relacionadas con el acto sexual. De hecho, en estos casos se crea un círculo vicioso del cual resulta prácticamente imposible salir sin ayuda.
Cuando la mujer experimenta dolor durante la relación sexual, asociará el coito con algo negativo y esa presión terminará influyendo en el deseo, la excitación y los correspondientes cambios fisiológicos que ocurren durante estas etapas.
Cuando esta situación se repite en varias ocasiones, sobre todo si el dolor es intenso, la mujer empieza a anticipar lo que sucederá, se angustiará, le resultará imposible relajarse y experimentará un bloqueo que impedirá la penetración, como si tuviera la vagina cerrada.
Recordemos que el 90% tiene un origen mental, porcentaje que se eleva cuando hablamos de las condiciones y circunstancias que hace que el problema se mantenga o intensifique en el tiempo. El tratamiento estará orientando a una serie de puntos clave en tres dimensiones: la de los pensamientos, la de las emociones y la de las conductas.
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