La decepción el efecto chubasquero

La decepción es una emoción dolorosa que se despierta en una persona al incumplirse una expectativa construida, generalmente en torno al comportamiento de otra persona o en relación a algún acontecimiento. De esta forma, una decepción siempre ocurre tras esperar algo concreto y depositar ilusión en ello y cuando esa expectativa no sucede o sí que sucede, pero de diferente forma.

Nos pueden decepcionar algunas situaciones: una fiesta menos alegre de lo previsto, la derrota de nuestro equipo de fĆŗtbol, un tiempo lluvioso, el resultado de las elecciones…

TambiĆ©n nos puede decepcionar alguien: un amigo que traiciona nuestra confianza, un hijo que no rinde en la escuela, un cónyuge que no se muestra receptivo durante una velada Ć­ntima porque estĆ” demasiado preocupado por el trabajo…

 La decepción solo sobreviene cuando, previamente, hemos esperado o amado, cuando hemos pasado por una espera positiva. Es como una caĆ­da, un retorno doloroso a una realidad muy alejada de nuestras expectativas.

Las expectativas se van formando y aumentando. Ć‰stas hacen que comencemos a hacer predicciones sobre el comportamiento, los pensamientos y los sentimientos de una persona o situación en el futuro. Las decepciones pueden hacernos perder toda esperanza de una vida mejor, un futuro mĆ”s luminoso, o un presente feliz y alegre. Y esto lograrĆ” que perdamos la perspectiva.

Cuando las expectativas son muy altas o cuando la persona no cumple con sus “obligaciones implĆ­citas”, entonces, nos sentimos desilusionados, frustrados, tristes y hasta enfadados, fruto del profundo dolor por la decepción. Sin embargo, hay que tratar de que esas expectativas no nos lastimen o bien adaptarnos a lo que la realidad nos estĆ” ofreciendo, a esa persona.

Ahora bien, no siempre la decepción se debe a nuestra idea de pareja, amigo o colega “perfecto”, sino que la decepción tambiĆ©n ocurre cuando la otra persona se porta muy mal con nosotros y hace cosas que nos hacen sufrir. En ese momento aparecen otros sentimientos como el rencor y la rabia, ademĆ”s de los ya indicados (frustración, tristeza, desilusión y enfado). 

DespuĆ©s de una desilusión solemos cerrar las puertas a nuevas experiencias por miedo a volver a sufrir, a sentir ese profundo dolor por la decepción. Los psicólogos llamamos a esta elección el “efecto chubasquero”.

Nos sentimos a salvo dentro de esa vestimenta, como si nada malo nos pueda suceder. Sin embargo, nos estaremos perdiendo tambiƩn la posibilidad de experimentar otros sentimientos. Si nos ponemos un chubasquero y no llueve, no podremos disfrutar de los rayos del sol en nuestra piel, por ejemplo.

Al protegernos demasiado con esa chaqueta impermeable no podremos crecer como personas. Es verdad que ante un engaño o decepción al principio no tenemos ganas de conocer gente nueva o salir a la calle, pero paulatinamente es preciso ir superando esa etapa.

No estaremos logrando nada positivo si nos encerramos en nosotros mismos y no permitimos a nadie que “entre en nuestro refugio”. Otra de las consecuencias es que las personas que nos rodean se empezarĆ”n a alejar de nosotros. Pensaremos que nos han abandonado o que todos son malos, sin embargo, serĆ” nuestra propia barrera la que retire a varios kilómetros de distancia a los seres que realmente nos importan y que se preocupan por nosotros.

Nadie dice que sea sencillo sobreponerse a una decepción, pero es preciso empezar a quitarse el chubasquero cuando no hay tormenta en el cielo, para poder así disfrutar de la brisa y del sol.


Algunas claves para manejar los estados de decepción son:

  • No generarse demasiadas expectativas respecto a los demĆ”s. Es importante tratar de ver y aceptar a las demĆ”s personas tal como son y no como uno quiere que sean, es decir, aceptar su individualidad y su libertad personal.
  • Entender que los demĆ”s no son ni deben ser como uno desea, ni es misión de los demĆ”s cumplir con las expectativas que uno se ha construido.
  • Aceptar que los demĆ”s no son ni se comportan necesariamente como uno mismo, sino en función de su propio mundo de valores, creencias, principios y experiencias.
  • Al construir expectativas y anticiparse a acontecimientos es necesario poder diferenciar los aspectos que dependen de uno mismo y los que no, y centrarse y trabajar en los primeros. AdemĆ”s, en relación a los segundos es importante aceptar que puede que sucedan o no.
  • Identificar y canalizar las emociones que surjan a raĆ­z de las decepciones o desengaƱos experimentados. Es normal y legĆ­timo sentir tristeza, rabia y frustración, pero cada uno debe aprender a encauzar dichas emociones.
  • En algunos casos puede ser de utilidad hablar sobre estos sentimientos con alguien de confianza que ayude a contrastar y relativizar la situación. Y, si es posible, y uno cree que puede serle beneficioso, tambiĆ©n es recomendable compartir estos razonamientos sobre la situación creada y los sentimientos creados con la persona que ha provocado la decepción.
  • Aprender a perdonar y desprenderse de las emociones negativas para no caer en el rencor y el resentimiento, que generalmente dejan a la persona estancada.
  • Volver a confiar y a aproximarse a los demĆ”s, aunque a veces se necesite un tiempo previo de distancia para gestionar lo sucedido y poder afrontar las futuras relaciones y situaciones sociales con Ć”nimo renovado.

 

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