Al contrario de lo que creían muchos, una investigación revela por primera vez que las personas casadas no son más felices que las solteras, las divorciadas o las viudas.
Si una persona que nunca ha sido dichosa sueña con formar un hogar y tener hijos para encontrar mágicamente la felicidad, va por el camino equivocado. Un reciente estudio encontró que estar casado no produce más dicha personal. De ese modo, el trabajo desvirtuó más de 40 años de investigaciones que aseguraban que estar casado abría la puerta a la felicidad.
El nuevo hallazgo, por el contrario, establece que el nivel de felicidad depende del temperamento de cada cual. Unos están hechos para vivir solos, y otros, para permanecer acompañados. Además, las personas nacen con un grado de dicha que se mantiene más o menos fijo durante toda la vida. El matrimonio no cambia mucho ese coeficiente.
Los autores, el psicólogo William Chopik y la estudiante de maestría Mariah Purol, ambos de la Universidad de Michigan, cuantificaron el nivel de felicidad de los casados, los divorciados y los solteros. Buscaban determinar si el amor y la convivencia traían bienestar a las personas según el estado civil. “La gente con frecuencia piensa que necesita estar casada para ser feliz. Entonces preguntamos eso: ¿los casados son más felices? ¿Necesitamos ir al altar para estar mejor? ¿Qué pasa cuando la gente fracasa en ese matrimonio?”, cuentan.
Para averiguarlo, reclutaron a más de 7.500 voluntarios de entre 18 y 60 años. Un 79 por ciento de la muestra correspondía a personas casadas una sola vez, 8 por ciento no se habían casado o ya se consideraban solterones, y el 13 por ciento restante tenían relaciones intermitentes, se habían casado y divorciado varias veces o habían quedado viudos.
A todos les dieron una encuesta para determinar quién estaba más contento en ese momento. Los casados establecieron su felicidad en 4 de un máximo de 5 puntos; los solteros tuvieron un puntaje de 3,82, y los demás, 3,7. Evidentemente, el grupo de casados resultó el más feliz de los tres, pero por un margen que los investigadores consideraron poco significativo en términos estadísticos. De esta manera, los científicos concluyeron que cualquiera de esos estados ofrece una felicidad similar.
Ese resultado asombró porque durante mucho tiempo las investigaciones señalaban al matrimonio como una de las claves para alcanzar la dicha. Por ejemplo, la Oficina de Estadística en Gran Bretaña dedujo en un estudio de antaño que estar casado o tener una relación estable por muchos años era el principal factor para ser feliz, y solo lo superaba la buena salud y el empleo.
Otros trabajos infieren algo similar. Uno realizado por Shawn Grover y John Helliwell, del Vancouver School of Economics en Canadá, encontró que estar casado brinda un efecto positivo en el bienestar que dura toda la vida. Esa felicidad crecía aún más si los miembros de la pareja se veían mutuamente como su mejor amigo. Matthew Dupre, en 2009, encontró que los casados eran más felices que los solteros y los viudos o separados. Y el investigador David G. Myers concluyó en 2000 que la satisfacción en el matrimonio permite predecir la dicha de las personas.
Otros trabajos revelan que casarse provoca una cascada de beneficios, como más amigos y relaciones sociales de mejor calidad, y, por lo tanto, una red de apoyo más extensa. Y no solo eso, algunos estudios encontraron que los casados viven más y son más saludables. Lo contrario, ser soltero, es un factor de riesgo para la salud.
Esos hallazgos forjaron en muchos, especialmente en las almas más desdichadas, la idea de que solo al casarse podrían alcanzar la felicidad. No obstante, Chopik quería ver qué había detrás de esa idea. Y para su sorpresa y la de sus colegas, luego de terminar su trabajo respondió: “Casarse para conseguir la felicidad no es siempre una apuesta segura”.
“Los casados pueden vivir atrapados en matrimonios desdichados, y los solteros, encontrar la dicha en espacios diferentes al amor romántico, como la amistad, algún pasatiempo o incluso el trabajo”, dice Chopik, quien publicó el trabajo en The Journal of Positive Psychology.
Con él coinciden otros que no participaron en la investigación. Para Bella DePaulo, psicóloga y autora del libro Singled Out, los estudios que sostenían que los casados eran más felices tienen algunos sesgos metodológicos y, por lo tanto, no revelan la realidad. Además, los casados ahorran con la economía de escala y gozan de más aceptación social, todo lo cual redunda en mayor bienestar. Mientras tanto, a los solteros los pobretean y los juzgan. Pero, según ella, cada estado civil tiene sus ventajas. “Algunos viven mejor sus vidas casándose y otros quedándose solteros”.
Daniel Gilbert, el famoso profesor de psicología de la felicidad de la Universidad de Harvard, señala que el matrimonio per se no trae consigo la felicidad. Esta llega siempre y cuando la relación sea entrañable y genere bienestar. Para la muestra dice que, cuando una persona en un matrimonio infeliz se divorcia, su dicha sube a niveles asombrosos. La felicidad de los casados, además, se viene a pique con el nacimiento del primogénito. “Más de 20 años de investigación señalan que la gente sin hijos es más feliz”.
Pero la explicación más sólida es la teoría del coeficiente de felicidad: un número fijo establecido en el momento de la concepción, que predetermina el nivel de bienestar de cada cual. Según la psicóloga Sonja Lyubomirsky, la genética establece el 50 por ciento de la felicidad de cada persona. De ella, 40 por ciento tiene que ver con este cociente y apenas 10 por ciento depende de factores externos, como el trabajo, el matrimonio, la religión, etcétera. Cada persona tiene su número y siempre vuelve a ese nivel preestablecido, aunque a veces hay fluctuaciones por factores aleatorios, como ganarse una lotería o la muerte de un familiar. De esta manera, las personas infelices que se casan pueden experimentar un aumento de su nivel de felicidad en los primeros meses, pero tras la luna de miel volverán a ser los mismos desdichados de siempre.
La psicóloga María Elena López señala que todo depende de las expectativas de cada cual. “Los casados que conciben el matrimonio como parte esencial son felices”, dice. Pero asegura que hay solteros que valoran la independencia y suelen “estar más contentos al no tener la responsabilidad de estar casados”.
La mayoría coincide en que la pareja no debe existir para saciar las necesidades emocionales propias. Y en que el matrimonio no tiene que ver tanto con conseguir la persona ideal, sino con convertirse en una mejor persona. “Y ese trabajo es personal”, dice la escritora Brianna Wiest. Para los expertos en relaciones de pareja, el matrimonio trae felicidad siempre y cuando ambos se den la oportunidad de encontrar la dicha en otras bondades que ofrece la convivencia, como la compañía, la amistad y la solidaridad.
William Shakespeare decía que es mejor haber amado y perdido que nunca haber amado. La evidencia muestra ahora que los que pierden en el juego del amor también pueden vivir tan contentos como los que nunca se han atrevido a arriesgar algo por una relación.
De ese modo, Chopik considera que estar en una relación no lo es todo.
Según el psicólogo, la clave reside en tener la mentalidad correcta,
pues, si la persona consigue estar a gusto con su situación del momento,
con argolla o sin ella será feliz.
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